1.10 Lostallus Black y el ritual psíquico

2 de Enero de 1921 (tarde, 17:00 h)

De repente, el Sr. Stanford subió al alto estrado colocado en uno de los fondos del gran salón. Pidiendo silencio, la multitud empezó a callar poco a poco y encararse hacia el podio. Pidió amablemente que, al empezar oficialmente la reunión de la Orden, los periodistas abandonaran la sala o, en su defecto, depositaran sus cámaras fotográficas en el guardarropía, donde serían cuidadosamente vigiladas. A diferencia de sus colegas, David, decidió quedarse en la fiesta, eso sí, sin cámara.

Entonces, por la puerta de entrada principal, entró el Sr. John Scott seguido por un extraño personaje y un grupo de guardias árabes, que cerrando las puertas tras ellos se distribuyeron cada uno frente a cada una de las puertas de salida de la sala. Todas estarían a partir de ahora vigiladas excepto la puerta de los lavabos. Los investigadores, separados y camuflados entre la gente no podían hacer otra cosa que esperar acontecimientos.

El Sr. Scott y su acompañante subieron al estrado mientras la luz de las lámparas reducía su intensidad, creando un ambiente algo más oscuro e íntimo. Frente al atril, John Scott empezó a hablar con una oscura y profunda voz. Su rostro estaba recubierto por una piel grisacea y agrietada, como el de una personaje que hubiera pasado años seguidos a la intemperie, que junto con sus ojos negros y su cabello gris, hacían que pareciera un auténtico brujo de otras épocas. David recordó que todos los resucitados encontrados durante su investigación anterior en la casa de Felder también tenían la piel con semejantes características. La voz de Scott interrumpió sus pensamientos:

“Damas, hermanos, amigos y simpatizantes de la Orden. Hoy nos hayamos aquí reunidos para honrar la muerte de un trabajador de esta casa. Juntos haremos algo que no se ha realizado nunca en la historia de la humanidad. Una auténtica prueba de magia purificadora, de filosofía cognoscitiva y pensamiento cinético. Generado por la mente y dirigido por las palabras, formularemos un sortilegio de gran poder que permitirá reconfortar el alma difunta de nuestros hermanos recientemente fallecidos y a la vez maldecirá la mente perversa de los ladrones que, como sabrán ustedes, hace pocas noches se adentraron en nuestra sede asesinando a uno de nuestros pares. Para ello contaremos con la ayuda del maestro espiritual y experto psicólogo, el Sr. Lostallus Black, venido expresamente desde Nueva York en una muestra de infinita generosidad. Les dejo con él.”

Tras los aplausos, el personaje que acompañaba a Scott tomo su lugar en el estrado. Alto, cetrino y de largos y blancos cabellos, terminados en coleta. La gran y angulosa cara se veía perfilada por un abultado bigote y unos grandes y penetrantes, aun en la distancia, ojos negros que parecían desnudar la mente al mirar. Un sombrero de estilo egipcio cubría su altiva cabeza. Su voz, no menos profunda que la de Scott, inquietaba más aún pues parecía provenir de oscuros abismos subterráneos….:

“Damas y caballeros, miembros todos e invitados de esta excelsa comunidad. Hoy, juntos, recitaremos un salmo extraído de un saber que proviene del espacio exterior, donde las mentes supremas rigen el universo y el cosmos. La realización del ritual requerirá que cada uno de ustedes observe durante unos minutos los jeroglíficos y posteriormente recite conmigo, al unísono y durante cierto tiempo, el texto que nuestros mayordomos les están repartiendo”.

En ese momento, algunos mayordomos empiezas a repartir unas hojas a todos los invitados en los que aparecían dibujados extrañas figuras geométricas complicadas de entender junto con unos versos:

ONG D’ACTA LINKA, NEBLOD ZIN, NEBLOD ZIN,

ONG D’ACTA LINKA, YOG-SOTHOTH, YOG SOTHOTH,

ONG D’ACTA LINKA, YARL M’TEN, YARL M’TEN.

Lostallus Black continuó:

“Con ello nos será posible, entrando conjuntamente en un trance onírico de inmenso fervor, proyectar la mente y el cuerpo de un voluntario hacia el pasado reciente, haciéndolo viajar en el tiempo para que le sea posible advertir, identificar e incluso localizar a los miserables asesinos y ladrones que la noche del 29 atentaron contra nuestra respetable congregación. Sometiendo la mente de personas inteligentes y sofisticadas como las de ustedes a ciertas condiciones psicológicas peculiares, su creatividad se verá multiplicada, pudiéndose realizar maravillas como la que se realizara esta noche. De esta manera, consiguiendo información, podremos colaborar con la policía en su investigación y demostrar a posibles futuros ladrones que la ley esta por encima incluso que el hombre.”

En ese momento, el Sr. Stanford da un paso al frente: “Yo me ofrezco voluntario para el viaje, Sr. Black”

Y Lostallus respondió con satisfacción: “Perfecto, Sr. Stanford, perfecto….”

Tras concentrarse en los dibujos, la multitud empezó a recitar los versos guiados por la perentoria voz de Lostallus Black, que parecía contagiar su fervor y determinación a todo el mundo. Asustados ante la evidente estrategia de la Orden, y aun no creyendo posible que fuera cierta la posibilidad de viajar en el tiempo para descubrirles a ellos mismos entrando en las catacumbas 5 noches antes, los investigadores empezaron a sentirse angustiados. Al principio vieron como la gente de su alrededor reían por lo bajo y hacían bromas sobre el tema de viajar en el tiempo, pero poco a poco, las risas y las chanzas fueron desapareciendo, mientras obedientes y mansas, todas las gentes recitaban al unísono, en perfecta armonía, cual si fueran autómatas coordinados con minuciosa precisión, los versos que inevitablemente dirigía el Sr. Lostallus Black.

Las puertas seguían vigiladas por los guardas, que no recitaban, de la misma manera que tampoco lo hacían los Maestros y los dos Nobles Filósofos. ¿Por qué? ¿Por qué la gente de repente recitaba aquella letanía? ¿Por qué consideraba la Orden un éxito la afluencia masiva de público? ¿Sería toda aquella gente objeto de algún ritual perjudicial? ¿Serían objeto de alimento de algo, algo parecido a aquello que David entrevió a la luz de su linterna en las profundidades del mismo edificio en que se encontraban? El sudor empezó a correr por la frente de algunos de los investigadores, no había salida posible, poco a poco empezaron a juntarse y a acercarse uno a otros. Lo que estaba claro era que, fingiendo recitar los salmos moviendo los labios, no tenían ninguna intención en pronunciar esas extrañas palabras.

A medida que el volumen de las voces de los asistentes iba subiendo, el Sr. Lostallus realizaba extraños gestos y movimientos a la vez que profería agudos gritos e imitaba extrañas voces y groseras palabras. Llegando al clímax, de repente, con un grito pidió silencio, en el preciso instante en que el Sr. Stanford, que había permanecido inmóvil junto a Lostallus, desaprecia desvaneciéndose de la vista de todos. Ante la sorpresa, todo el mundo profirió un grito de admiración, mientras las conversaciones en voz baja y los cuchicheos se oían alrededor de los investigadores. No obstante todo el mundo parecía cansado, sufriendo repentinos dolores de cabeza y algún que otro mareo, al menos todos lo que habían participado recitando los salmos. No fue el caso de los personajes, que sin saber que hacer, permanecían inquietos.

EL Sr. Scott tomó de nuevo la palabra para anunciar que debido a la importancia del momento y al cansancio detectado en todo el mundo, se daba por terminada la fiesta, rogando disculpas por no realizar la iniciación prevista de los nuevos miembros (uno de ellos era el Sr. Boris que ya no llevaba tan limpios los calzoncillos). Todo el mundo fue despachado de una manera amable pero rápida y eficiente. Los investigadores recogieron sus cosas en el guardarropía y se quedaron en los alrededores del edificio, ocultos en sus vehículos y aun atónitos por lo que acababan de presenciar. Decidieron investigar los alrededores de la Orden por la noche.

Poco a poco vieron como los trabajadores y sirvientes se iban marchando, quedando aun algunos vehículos que creían pertenecían a miembros de los rangos altos. Antes de medianoche, de repente, se dan cuenta que el cielo, todo el día y la noche nublada y amenazador, estaba misteriosamente despejado, pudiendo ver el brillo rutilante de las estrellas sobre ellos. Un escalofrío originado por algo desconocido recorrió sus cuerpos, mientras empezaron a oír el ladrido de los perros del vecindario, que ferozmente y al unísono, creaban una cacofonía de aullidos y gruñidos. Una leve neblina se pudo observar momentos después sobre el edificio de la orden, un velo transparente de color grisáceo que ascendía hacia las estrellas, o al menos eso creyeron ver. Tan pronto como empezaron, los ladridos de los perros terminaros y todo pareció, lentamente, volver a la normalidad.

Poco después, cuatro vehículos negros abandonan el edifico, reconociendo la matrícula de uno de ellos, Jack Walters lee P21-S, el vehículo con chofer del Sr. Randall. Efectivamente, era él.

Decidiendo que ya era suficiente, y sin atreverse a adentrarse en la probablemente vigilada finca de la Orden, los investigadores abandonaron Boston para dirigirse a descansar a Arkham.

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