1.6 La Orden Hermética del Crepúsculo de Plata

28 de diciembre de 1920

Durante los dos días anteriores (y parte de ambas noches) investigaron los alrededores del río hasta que encontrar finalmente, oculto entre los matojos y semienterrado por los sedimentos llevados por el río un portón de madera, increíblemente viejo y probablemente atascado por incontables años de secreto. Esperando hasta el anochecer para no despertar sospechas y evitar miradas indiscretas y tras hacerse con un par de barras metálicas y una palanca, David, el Dr. Boris y el Padre O’Riley tratan de forzar la misteriosa entrada. Tras unos cuantos intentos, consiguen que los oxidados goznes de esta cedieran para poder así abrirse camino al interior. Un extraño símbolo, una especie de ojo inscrito en una estrella de 5 puntas apareció dibujado tras la puerta de madera. El principio de un túnel oscuro y húmedo quedó iluminado por las linternas de mano, la oscuridad mas allá del amarillento resplandor era impenetrable, un débil hálito en forma de brisa traía desde profundidades insondables un cierto olor a podrido helando la sangre de los investigadores y evocando en su memoria los acontecimientos sucedidos en esos subterráneos hace mas de 150 años. Si tales túneles parecían ahora ciertos, quizás lo fueran también los rumores sobre horribles monstruosidades escondidas en ellos.

Tras un momento de duda, decidieron adentrarse los tres, confiando en que en la noche nadie se percataría de la abertura entre las sombras por la que ahora entraban y rezando para que nadie la cerrara desde fuera. El túnel continuaba al mismo nivel en dirección al edificio de la Orden. Tras unos 100 metros, todo permanecía en la mas absoluta negrura y el mas sepulcral de los silencios, tan solo sus pasos y sus respiraciones creaban ecos apagados a su alrededor. El vaho que salía de sus bocas al respirar creaba nubes vaporosas que se deformaban extrañamente antes de desaparecer, rodeadas de sombras. Tras unos cuantos pasos más encontraron una obertura donde finalizaba el túnel, en ella se encontraba una estrecha escalera de caracol de piedra que subía y bajaba, creando un pequeño descansillo por el que se accedía al túnel. Descartando subir por ellas, puesto que era probable que en esa dirección se accediera al edificio, optaron por empezar a descender.

Poco a poco el descenso conllevaba un aumento de temperatura, a medida que el trayecto se prolongaba empezaron a sentirse más y más cansados, manteniendo dificultosamente el equilibrio en los estrechos escalones, resbaladizos y desgastados por incontables años de uso, un uso que entendían en ese momento que provenía desde mucho antes que Curwen las utilizara en el siglo XVII. Prodigiosamente antiguas, las escaleras estaban construidas por alguien anterior a él, incluso la construcción del pozo por el que bajaban era anormal, como si se hubiera excavado desde abajo en dirección hacia arriba. ¿Quién o qué era el arquitecto de esa mina abierta desde el corazón mismo de la tierra? ¿A que profundidades ignotas estaban accediendo?

Tras un eterno descenso finalmente la escalera terminó en un pequeño rellano con paredes hechas de mampuestos de piedra gris, al igual que el suelo y el techo. Una obertura permitía de nuevo el acceso a otro pasillo que al poco se ensanchaba para dar acceso a unas pocas habitaciones separadas por puertas de madera. Una de ellas parecía ser una especie de capilla donde se encontraba un pequeño altar de piedra sobre una escalera de 3 peldaños. Tras el altar, la pared estaba tapada por una gruesa cortina, que una vez descorrida reveló un bajorrelieve trabajado sobre ella. En él se contemplaba una escena que afectó seriamente los ánimos de los que la contemplaron: Era una escena en la que se veía una figura enorme que se desplazaba sobre una ciudad, habitada por innumerables hombres y mujeres que huían y se lamentaban, presas del mas absoluto terror. Otras morían aplastadas por el ser, cuyos poderosos miembros destruían todo aquello que tenían a su alcance, su cabeza era monstruosa compuesta por dos ojos brillantes cargados de malignidad y extremidades y tentáculos donde debería tener bocas. Con sus alas extendidas parecía que saltaría del bajorrelieve en cualquier momento en pos de los investigadores que lo observaban, parecía que se moviera de verdad a la sombra de las linternas. Sobre la escena, una especie de disco labrado con multitud de símbolos iluminaba con rayos que daban poder a la criatura, substituyendo al sol. Tras recuperarse de la impresión, David realizó un par de fotografías del bajorrelieve, para seguir todo el grupo con la exploración.

Bajorrelieve fotografiado por los investigadores

Detalle del disco solar

En las otras habitaciones encontraron una especie de biblioteca con libros y tratados de filosofía, matemática y temas científicos, y una especie de despacho o estudio donde recogieron algunas notas y cuadernos dejados sobre la mesa del propio escritorio. Una búsqueda afortunada permitió detectar un compartimiento secreto en uno de los armarios de la biblioteca, encontrando un pesado y aparentemente muy antiguo libro con un pentágono dibujado en la tapa frontal.

¿Era todo esto lo que esperaban? O’riley comentó que creia que debería encontrar un laboratorio. Quizás habría mas habitaciones como estas.

Dejando las habitaciones atrás, siguieron el pasillo hasta llegar a otra sala enorme, tan alta y grande que las linternas no alcanzaban a iluminar el techo ni más de una pared a la vez. Unos bastos pilares extrañamente tallados, cual si fueran largos miembros deformados de alguna criatura no descrita por la ciencia parecían estar distribuidos regularmente en forma de estrella, soportando las inalcanzables bóvedas que sin duda existían mas arriba.¿Quién habría abierto en la propia roca tamaña ciclópea habitación? ¿Con que medio se habría extraído las toneladas y toneladas de roca que ocupaban este lugar, y por donde? ¿Por la estrecha escalera? Sin duda debería existir otra salida, pero, ¿allá abajo? Las dudas estaban causando mella en los investigadores. El padre O’Riley y el profesor empezaron a considerar la opción de irse, pero tras una corta deliberación se obligaron a continuar.

Llegando al centro de la habitación, una nueva escalera de caracol, de mayores dimensiones esta vez, descendía de nuevo hacia las profundidades. Escuchando con atención, un leve gemido provenía de la abertura practicada en suelo, quizás fuera el viento, quizás alguien preso allá abajo. De nuevo en pleno descenso, cada vez estaba mas claro que alguien o algo emitía lamentos de dolor y aflicción, a medida que iban bajando el sonido se hacia mas claro. Finalmente, tras un prolongado espacio de tiempo, llegaron a una sala parecida a la existente a los pies de la primera escalera, de la que nacía un nuevo pasaje. Siguiéndolo con mucho cuidado, con todos los sentidos alerta, David encabezaba la marcha, llegaron finalmente a otra vasta sala. Sin duda alguna era de allí de donde provenían los gemidos, de algún o de varios lugares indeterminados frente a los tres aterrorizados exploradores, desde la negrura a la que se enfrentaban. El suelo de la gran habitación, pavimentado con losas de piedra negras veteadas de gris estaba salpicado regularmente por una especie de tapas circulares con pequeñas oberturas practicadas en ellas, como si fueran respiraderos, que sin duda sellaban cada una de ellas uno de los pozos que se abrían en el suelo. Pero no todos los pozos disponían de tapas, algunos se abrían como negras bocas bostezantes que parecían engullir hasta la mismísima luz de las linternas. Y era de estos pozos desde los que, a veces leve y casi insonoro y a veces largos y profundos, surgían los discordantes gemidos y lamentos que escuchaban desde hacia rato.

David no pudo más, se acercó a uno de ellos con cuidado para iluminar su interior. Mientras el haz luminoso recorría las paredes buscando el fondo, el sonido que ya sin ningún género de duda provenía de allí abajo se detuvo, el silencio se hizo casi sólido, hasta que la luz alcanzó finalmente lo que allí aguardaba. En ese momento, impresionado por lo que sus ojos vieron, David quedó paralizado durante un instante, su cerebro permitió misericordiosamente que los músculos de la mano con la que sostenía la linterna se agarrotaran, permitiendo que ésta se deslizara de sus dedos. La linterna cayo al interior de la obertura, ahora negra y profunda, y se escuchó el sonido de la misma al caer sobre algo blando, viscoso y terriblemente antinatural. Luego, un sonoro crujido con el que el objeto era evidentemente masticado paralizó definitivamente al periodista. Luego, un aullido largo y profundo provocado por el ser que anidaba en las profundidades del pozo, un grito de angustia que se elevó en el aire sobre otros muchos aullidos al que se iban añadiendo alrededor de los investigadores. Boris, cogiendo a David de la solapa y tirando de él, emprendió junto con el padre O’Riley una alocada huida hacia las escaleras, alentados por el pánico y el terror.

Sin saber cuanto tiempo les llevó, ni cuanto tiempo habían estado allá abajo, los tres exploradores llegaron casi sin aliento a la obertura del río que les permitía respirar el gélido aire nocturno, limpio y fresco. Sin pararse demasiado a descansar, llegaron hasta su vehiculo y marcharon lo mas lejos que pudieron del lugar.

Tan solo el Profesor Boris trató de iniciar una conversación durante el trayecto en coche hacia casa, una sola pregunta dirigida hacia David:

- ¿Qué fue lo que viste allí abajo, que era aquello que gritaba?

Un silencio absoluto fue la respuesta de un pensativo y sudoroso David, su mirada vacía se fijaba en un punto intangible ante él, que no sabia o no podía o no quería o ni tan solo recordaba los que se había comido su linterna……..

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